Es posible esa ética mundial de la que habla el texto, y básicamente consiste en un fondo común que incluye valores y normas, derechos y deberes elementales, una actitud ética común, es decir, una ética de la humanidad. Una ética mundial que enlaza entre sí los recursos religioso‑fílosóficos comunes ya existentes de la humanidad, uniéndolos:
—No habrá paz entre las naciones sin paz entre las religiones.
—No habrá paz entre las religiones sin diálogo entre las religiones.
Se dirige particularmente a la responsabilidad individual de cada uno en su puesto en la sociedad y, muy en especial, a la responsabilidad individual de los dirigentes políticos.
«Lo que no quieras que te hagan a ti, tampoco se lo hagas a otros». Estos principios fundamentales son desarrollados y concretados en la Declaración de Chicago.
Y lo que las religiones podrian aportar a esta ética se resumen en:
El compromiso a favor de una cultura de la no violencia y del respeto a toda vida, un
Compromiso a favor de una cultura de la solidaridad y de un orden económico justo, un c
ompromiso a favor de una cultura de la tolerancia y de un estilo de vida honrada y veraz y finalmente c
ompromiso a favor de una cultura de la igualdad y el compañerismo entre hombre y mujer.
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